7 nov 2009

Responso civil por los ‘fusilados’ del 59


ANTONIO AVENDAÑO

El viejo chiste de Gila sobre los cojos es viejo, pero no envejece. “¿Usted es que es cojo, verdad? No señor, es que me fusilaron mal”. A miles de niños nacidos a finales de los cincuenta, la España de Franco no nos fusiló mal como a Gila pero nos dejó cojos,
que es un modo de fusilamiento silencioso y por lo civil,
que suele durar toda la vida.
Los pobres niños cojos de la dictadura nunca pudimos suponer que nuestra cojera tuviera algo que ver con la dictadura, sobre todo porque ni sabíamos lo que eran las dictaduras ni podíamos sospechar cómo se las gastaban las dictaduras con los niños. Sobre todo con los niños pobres, a cuyas pobres familias sin apenas instrucción nadie les dijo jamás que hacía años que ya se conocía y se inoculaba con éxito en muchos países una eficaz vacuna contra aquella enfermedad que había dejado a sus hijos baldados para siempre.
En aquellos años, el régimen era las dos peores cosas que se puede ser en esta vida: era malvado y estúpido. Aunque seguiría siendo malvado hasta el final, el franquismo empezó a dejar de ser estúpido en los sesenta: de hecho, en 1964 eran vacunados los niños masivamente. La racionalidad llegaba al fin a la política sanitaria franquista, pero llegaba demasiado tarde, cuando el virus de la polio ya había profanado los cuerpos infantiles de media España.
De aquel fusilamiento fallido del que salió vivo de milagro, Gila logró hacer un chiste indulgente y sin rencor. Durante mucho tiempo, los fusilados del 59 no estuvimos para chistes. Cumplidos los 50, ya podemos burlarnos con indulgencia de nuestra cojera pero, al contrario que a Gila, a nosotros siempre nos quedará un resto de rencor contra aquella maldad y aquella estupidez que devastaron nuestra infancia.

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March of Dimes

March of Dimes

Fue fundada en 1938 como la Fundación Nacional para la Parálisis Infantil por el presidente Franklin D. Roosevelt para derrotar la enfermedad epidémica la poliomielitis (conocido comúnmente como polio).


"Al aparecer las vacunas, la profesión médica y el público en general creyó que la polio se había acabado", dice el médico Lauro Halstead del Hospital Nacional de Rehabilitación de Washington, D.C. y miembro del Comité Directivo de March of Dimes. El Dr. Halstead sufrió de polio cuando era estudiante universitario en los años 50. La enfermedad le paralizó temporalmente el brazo derecho y lo limitó a un respirador y a una silla de ruedas. "Tuve una buena recuperación y terminé la universidad y la escuela de medicina. Pero a principio de los 80 empecé a sentir nuevas flaquezas. Los doctores no entendían qué tenía y algunos sugirieron esclerosis múltiple, otros dijeron enfermedad de Lou Gehrig. Debo haber gastado un millón de dólares en exámenes y los doctores no lo descubrieron. Cada vez tenía menos fuerzas en las piernas y dolores musculares intensos que me recordaron los dolores de la polio y me comencé a preguntar si eso estaba relacionado". Entonces conocí al doctor David Wiechers, que estaba estudiando la polio, y todo tuvo sentido. Al Dr. Halstead se le diagnosticó SPP.

En 1999, en respuesta a la creciente cantidad de médicos y sobrevivientes de polio, March of Dimes convino un comité internacional directivo de expertos encabezado por el Dr. Rowland. El comité tenía el encargo de estudiar un tema de importancia crítica, la necesidad de mejorar el conocimiento existente entre el personal médico y sobrevivientes de polio sobre las mejores prácticas para el diagnóstico y atención de SPP

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